Apólogo sobre un corte de luz.
Súbita ceguera. Mi alrededor era oscuridad y olor a frío y un miedo imprudente.
Decenas de ojos veían que no estában viendo nada. Todo oscuro y remoto. Un hálito de peligro me desmenuzaba los ojos: el peligro de no ver, y una gotita de miedo rebalso el vaso vacío sobre la mesa entre tanto desborde; se había vuelto noche una redundante víspera de atardecer.
Los ojos eran algo ausente. No estaban, eran invalidez. Las escaleras me bajaron despacito, un escalón se tropezó con mi pie derecho. A una herida le dolía mi piel.
El edificio se alejo de mí y del caos de sombras, buscando respirar.
Posó toda su torpeza sobre una solidaria mesa de bar. Un café le arrancó el letargo de las manos y le entibió el cemento.
El diluvio y el corte de luz de repente estaban lejos… solo lejos de él.
Acá, donde aquella vez se olvidaron de mi, me dejaron vomitando ruidos, transpirando cuchillazos de miedo, recogiendo del suelo las vueltas que el reloj no danzo para mí, como una semilla, completamente a oscuras.
1 comentario:
igualmente, no sé si sabías, pero una semilla completamente a oscuras es claro indicio de qu ealgo va a nacer, la tierra, el pozo, la oscuridad la albergan y la alimentan hasta que sea hora de crecer y ver el sol. igual no se porque te digo esto, quizás nada que ver con loq ue quisiste decir, peor sabemos, lo que vos quieras escribir y lo que yo pueda (o quiera) leer son siempre cosas distintas...
eso, que te adoro, que mi alma es tuya cuando la necesites... a ella o a lo que sea...
Besotes!!
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